Facebookpinterest

Dicen de ella que tenía encanto, inocencia y talento, y un estilo tan personal y elegante que era admirado e imitado. Nos referimos a la principal embajadora de nuestras bailarinas, la actriz Audrey Hepburn. En Las Bailarinas de Eloísa nos sentimos orgullosas de que ella sea la abanderada de nuestro calzado, no solo por su arrebatadora personalidad y su éxito como actriz y bailarina, sino también por mantenerse siempre fiel a sus principios y por su fuerte compromiso con las causas del sida o la malnutrición de los niños en todo el mundo.

Hoy abordamos en este post la vida de una de las actrices más queridas en todo el mundo que puso de moda uno de los zapatos más comunes, incluso hoy en día, en cualquier armario femenino. Un calzado que refleja fielmente su personalidad y su propio estilo de vida: el de la sencillez, la naturalidad, la comodidad y la elegancia.

Pasión por el ballet

Audrey Katleen Ruston, popularmente conocida como Audrey Hepburn, nació en 1929 en Bélgica (Bruselas) en el seno de una familia de madre aristócrata. Inició desde muy temprana edad sus estudios de ballet, disciplina que le permitió ganarse la vida en sus primeros flirteos con el mercado laboral. Posiblemente es esta pasión por el ballet lo que la llevaría a apostar por las “bailarinas” en su forma de vestir, no solo de forma informal, sino también en aquellos momentos en los que se requería un mayor empaque. Pero también su carácter en el que la sencillez y la naturalidad, como el estilo de nuestras bailarinas, destacaban en todo momento

Su padre, simpatizante nazi, abandonó a la familia, que tuvo que emigrar a los Países Bajos cuando ella tenía sólo diez años. No obstante, el azote de la Segunda Guerra Mundial pasó factura a la joven Hepburn que sufrió anemia y problemas respiratorios, dotándola de una constitución sumamente delgada debido a una mala alimentación. Dado sus orígenes ingleses, su madre le obligó a hablar holandés, idioma que controlaba perfectamente junto al inglés, francés e italiano, y un poco de alemán y español.

Obligada por su constitución a abandonar el baile, Hepburn se decantó muy pronto por la interpretación. Sus primeros escarceos con el cine comenzaron con una Hepburn veinteañera actuando en varias películas británicas. No obstante, es en 1951 cuando protagoniza Gigi, papel por el que obtuvo un Óscar a la mejor actriz.

‘Vacaciones en Roma’: catapulta a la fama

Sin embargo, es la película Vacaciones en Roma, su primer papel en Hollywood junto a Gregory Peck, la que la catapulta a la fama. A partir de aquí, el público sucumbiría a la chispa de su mirada inocente, a esa inigualable belleza natural, icono de la sencillez en la elegancia femenina y transparencia de personalidad. Y así llegaron Sabrina (1954), The Nun’s Story (1959), Desayuno con diamantes (1961), Charada (1963), My Fair Lady (1954) o Wait Until Dark (1967), películas todas ellas en las que Hepburn fue definiendo su propio estilo. Un estilo que lucía no sólo detrás de las cámaras, sino también delante de ellas.

De este estilo cabe destacar las bailarinas, zapato que la actriz calzaba hasta en fiestas de rigurosa etiqueta, y que inmortalizó en la película Desayuno con diamantes, con aquel vestido negro ceñido al talle, guantes negros por encima del codo, collar de perlas y gafas negras de sol. Pero también en ocasiones más informales, con aquellos pantalones pitillo al tobillo, jerséis masculinos de cuello cisne, vestidos negros sin mangas, pañuelo anudado a la cabeza, gabardinas atadas a la cintura y amplio abrigos con cinturón bajo el imperio del negro, el blanco y beige. Responsable de su indumentaria, en buena medida, fue el modista Hubert de Givenchy, dejando las prendas pret-á-porter a Yves Saint Laurent y Valentino.

Tercera mayor leyenda femenina del cine

No obstante, a pesar de su éxito y popularidad -está considerada como la tercera mayor leyenda femenina del cine estadounidense- Hepburn vivió una vida más humilde que el resto de compañeros de Hollywood. Dicen de ella que nunca vivió en mansiones ni hizo ostentación de joyas, rechazando siempre ser imagen de la prestigiosa joyería Tiffany.

Centrada en la educación de sus hijos, Hepburn fue reduciendo su aparición pública. Su último papel lo interpretó en el año 1988 en la película Always, de Steven Spielberg.

Fue nombrada embajadora especial de UNICEF por su compromiso y participación con los más desfavorecidos y su forma sencilla y humana de ver la vida.

Murió en 1993, víctima de un cáncer de colon en su casa de Tolochenaz, en Suiza, en enero de 1993 a los 63 años de edad. Aquel día moría una gran mujer.

Facebooktwitterredditpinterestlinkedintumblrmail